_ ¿No vas con tus amigas?
_ ¿Porqué habría de ir?
_ ¿No vive al lado esa muchacha?
_ ¿Quién?
_ La Nueva. No sé cómo se llama. No sé cómo llamarla._ Titubeé un momento, dudé en seguir una conversación absurda con un ser de lo más reticente. Podría aventurarme en los verdaderos motivos de Mi Adorada Virgen Particular para después de despedirnos los del Comité de Oración, sin declinar abiertamente la invitación general de la Mujer Nueva para merendar en su casa, hubiera decidido venirse conmigo.
_ Yo tampoco la conozco. Me la ha presentado Alma... Por cierto, que tengo que reconocer que me ha emocionado. No pensé que podría cantar a ese nivel.
_ ¡¿No te referirás a...?!_ Pregunté sorprendido.
_ Alma. Ahora se llama Alma. Aunque la conozcas de toda la vida por otro nombre. Mi Maestra._ Sonrió enigmática, aunque luego añadió._ Está claro que nadie es profeta en su Tierra.
_ No sabía que cantaba así. Debe de haber estudiado canto, por lo menos._ Especulé._ Quizá cuando se marchó por esos mundos de dios se marchó a estudiar.
_ La gente es mala, envidiosa, criticona... Que si ha sido cupletista, que si había estado sirviendo ¡y sirviendo copas! ¡No te lo pierdas! ¡Y en topless! ¿Sabes lo que es topless?
_ Pues no._ Respondí. Y era cierto que en aquella época podías haberme preguntado sobre la historia del comunismo, o la eterna lucha del proletariado; Pero cualquier palabreja en inglés. huía yo de ella como del demonio... Y nunca en mi vida había estado en Madrid, ni en Barcelona, ni en ningún núcleo de oficinas de negocios que se preciara. No lo sabía.
_ Son unos bares donde las camareras no llevan nada puesto de cintura para arriba...Bueno sí, quizá una gargantilla con un camafeo. Así en plan sexi._ Y se pasó una mano delicadamente por el cuello, aquel cuello que hacía de su cabeza, una cabeza tan bien presentada.
¿Mi Amor Platónico, Mi Siempre Adorada En Silencio, me estaba excitando intencionadamente, o era además tan pura que había sido también concebida sin pecado original? Algo se me estaba escapando revolviéndome por dentro. Quizá todo era una provocación. Quizá le parecía poco hombre. No le entendía nada de lo que hablaba. Clavé los ojos en ella. Y guardé silencio. Y juro que eso fue lo que mostré, mi silencio mental. Porque ya que sus últimas frases sobre un tema tan frívolo habían bloqueado mi capacidad de seguir escuchándola, solo podía mirarla. Entonces ella debió de percibir algo, o quizás un todo, como un calor inquietante y húmedo que nos envolvía a los dos, y esa sensación le hizo dar un paso hacia la izquierda, como marcando otra vez la distancia conveniente. Disimulando el burbujeo que la bullía por dentro, me siguió hablando de Alma. esta vez en términos indudablemente menos sugerentes.
_ Se presentó a una audición del Teatro de La Zarzuela. Y la cogieron. Ella se fue a Madrid a probar fortuna. ¿Te acuerdas de cuando cerraron INFAVISA?
_ Industrias y Fabricación de Vidrio Sociedad Anónima. Sí. Me acuerdo bien. Yo mismo trabajé ahí un tiempo.
_ Ella pilló la indemnización cuando hicieron primero lo de la reducción de plantilla.
_ Pues se libró de todo el lío que hubo luego. Porque los dueños de la fábrica no cumplieron para nada todo lo pactado previamente. A los que renunciaron a marcharse les fueron haciendo unos recortes de sueldo así como a lo tonto, y una reducción de las paradas de descanso que no daban ni para engullir el primer bocado del almuerzo, y menos para ir a hacer...lo que te imaginas. Y luego metieron los turnos, esa moda infernal de no parar la producción ni por la noche...Hostigamiento total. Lo que querían eran esclavos, máquinas, y no trabajadores de una factoría.
_ Lo que querían era largarse. Porque se largaron. Me lo explicó mi hermana. También ella trabajó un tiempo en esa fábrica.
_ Ya; Pero aquí tenían una arena de máxima calidad._ Dictaminé.
_ Nos habrían dejado sin playa._ Manifestó La Bella.
Empezaba otra vez a levantarse un aire del Norte cuyo abrazo oprimía hasta el pecho. Vi que la punta de su nariz se había puesto roja. La mía, más pequeña, seguía lo mismo que antes. Ella tenía un buen par de narices que encajaban perfectamente en su larga cara en forma de trapecio, con mandíbulas poderosas y gruesos labios agrietados y respingones. Pero lo malo de las narices semíticas o romanas, es que se congestionan en seguida e incluso se congelarían si se diera el caso a la mínima exposición a un frío inclemente. Las ráfagas de viento eran cada vez más violentas, de claro origen polar, venían del norte soplando desde el oeste. El aire siberiano llega aquí, al norte de La Península Ibérica soplando en sentido contrario, de este a oeste. Al doblar la esquina deberíamos habernos agarrado la una al otro. Ella hizo instintivamente el gesto de alcanzarme la mano para asirse y que no se la llevara la ventolera volando por los aires. Y yo podía haberla agarrado fuerte. Pero sus brazos largos y nervudos como garfios alcanzaron antes la señal de stop del cruce. Estábamos en la parte alta de la ancha calle, sin un sólo peatón ni coche rodante a la vista. La dificultad mayor radicaba en enfilar rápidamente para abajo. A unos ochenta metros la calle se hacía más ancha, una vez salvado el muro de una finca antigua todavía sin construir. En cuanto doblamos a la derecha de aquel saliente, una vez abandonada la acera estrecha, quedamos totalmente a resguardo del viento. Yo vivía tres portales más abajo.
_ Aquella famosa y cacareada indemnización por despido voluntario de INFAVISA. Ya te digo yo que no fue mucho. A...- Iba a decir su antiguo nombre- A Alma le darían más o menos lo mismo que a mí. Nosotros entramos con la última remesa. Hubo quien pilló hasta un millón cuando aquello. La indemnización dependía del puesto y de los años trabajados para la empresa. A ella y a mí nos dieron unas cien mil pesetas. No mucho más.
Cuando le di esta explicación a mi amada, la que ya había sido tan explícita rechazándome como pretendiente sólo hacía un mes, pensé en que era muy natural que cualquier mujer declinara las solicitudes de un hombre, por buenas que fueran sus intenciones, sin trabajo, y sin futuro. Parece que ella me leyó los pensamientos. No contestó. Se quedó como pensativa, y al fin dijo algo.
_ Supongo que de esa época te vendrá lo de batallador y politiquero.
_ ¿Politiquero?_ Le pregunté sorprendido. Llegábamos a la altura de mi portal. Uno de los grandes portales en unos modernos bloques de edificios, los que dieron forma a la calle, la calle principal del pueblo antiguo, la que dividía el Barrio Viejo del arrabal, y que quedó definida como una hermosa calle de espaciosas aceras, con sus bancos y su alumbrado decente. Por mitad de la calle, seguía pasando, camino de Bilbao. la carretera general. Nuestros pasos sonaban blandos por el calzado deportivo que habitualmente usábamos tanto ella como yo. Sólo el repiqueteo del extremo de su paraguas contra los grandes adoquines de reciente factura usados en el pavimento rompía el silencio de la calle vacía.
_ ¿No vas a subir?_ Dijo ella.
_ Te acompaño si quieres. Hace mal tiempo.
_ Te decía eso porque... Bueno._ Entonces ella se lanzó de nuevo a la conversación, Quizá no tenía ganas de irse a casa todavía. Quizá echaba de menos, aunque lo creí inconcebible, nuestros largos paseos..._ Sé que militas en el Partido Comunista.
_ El Partido Comunista es legal en España desde 1977.
_ Entonces hace ya quince años.
_ Mi carné es de 1974. Tengo el honor de haber luchado contra la dictadura franquista desde la clandestinidad.
No sé porqué me quise hacer el héroe. Mi lucha no había pasado de cuatro pintadas y del reparto de octavillas.
_ Quemaron iglesias antes de la guerra, me lo contó mi abuelo. Mataron curas y monjas...
_ Y salvaron a Europa del nacismo. El Arcángel Rafael jefe de las huestes celestiales tuvo que aliarse con los demonios comunistas para salvar al mundo de algo peor que el mismo demonio.
_ ¿Quiénes eran las huestes terrenales del Arcángel Rafael? ¿Los americanos?
Después de un largo punto y aparte en el que indiqué que no me apetecía seguir esa conversación sólo dije:
_ Da igual.
_ ¡En fin!_ Suspiró ella. Entonces dime, ¿porqué ahora vas a misa?
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