Algunos hombres observan y sufren el retroceso de sus propias almas,
Es triste ver que no saben mirar bien, a ninguna parte.
Esos hombres abren absurdos e inexistentes caminos a la nada.
Y nos fuerzan, para nuestra desgracia.
Presionando sobre nuestras cabezas, dando lugar a lágrimas secas.
E incapaces de ahogarles para siempre ni lágrimas ni gritos serán suficientes.
Viviremos en un total aturdimiento.
Habrá un tiempo en que la histeria torpe avive nuestra risa,
y su demencia.
Esos hombres nos piden que matemos
tanto nuestro dolor como la risa,
y en medio de la emoción nos ruegan la muerte,
piden demasiado,
piden nuestra muerte
rogando la suya.
Sí, por eso digo
que esos hombres piden que los maten.
Pero yo, no lo haré.
Y en sus tinieblas
les habré herido con La Vida
tanto como quieran.
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